Es un vino dulce hecho en solera, un método de maduración que consiste, cada vez que el vino se trasiega para su embotellamiento, en añadir un rivesaltes más joven a la cuba, pero todavía de unos diez años.

Hay que evitar la ruptura de la «cadena» aromática: es la receta de los ancianos para ofrecernos vinos inmortales, porque el espíritu de la primera añada está siempre presente, «educa» a su descendencia.

En la finca de Vaquer, es la cuba 10, una cuba de cemento muy antigua, que alberga la solera: el corazón de la cuba es un Macabeo de 35 años, que rejuvenezco con garnacha blanca y gris. Es un vino dulce pero con un equilibrio más seco y nervioso y una increíble riqueza aromática donde los tostados y asados se codean con el curry, el mazapán, el regaliz, un toque de naranja confitada y una mancha de nuez al final…